lunes, 25 de mayo de 2009

Llevelos, lleve sus chicles!!

Esperando al vagón, con mi cajita llena de chicles y pastillas, entre una multitud listo para gritonear: lleve sus trident para el mal aliento!!!
Mas tarde yo en decir la primera estrofa, y recibir el dinero bien ganado del comercio ambulante, que unos desgraciados en intentar "picarme"- decían. No es el hecho de levantarse temprano, ponerse la peor ropa que se encuentre y dirigirse paso a paso a la estación del metro portales, es más bien el hecho de ponerse la camisa de :-ESTE ES MI BISNÉ. Cuando subes así, es difícil verlo como antes, como todos. Cuando eres pasajero, buscas el vagón mas vacio, miras hacia dentro buscando un lugar disponible, y huyes de los limosneros, vendedores de chicles, discos y paletas, pero cuando estás del otro lado, es todo lo contrario. Lloras cuando no hay gente, buscas las estaciones más transitadas y lo que menos te emociona es un lugar sin gente. Preparas tu discurso -lleve, llévelo güerita, el chicle para el mal aliento, de a cinco baros, de a cinco baros!!! Tienes que olvidar los modales y tratar a la gente como gente, solo cuando acceden a comprar tu producto. Se convierten en una especie de piedras que tienes que ir esquivando, y no puedes entender que esos weyes también tienen vida, emociones y problemas que resolver. Pero tu piensa que eres el único allí, el único con necesidades y el que tiene que darle de tragar a su vieja embarazada, e que no tiene la culpa de no ir a la escuela, y el que tiene que ver como chingados va a pagar la deuda con el Satanás de unas barajas perdidas.Se siente una impotencia, un enojo, una desilusión, cuando la gente mira sin verte, te hace transparente o niega con la cabeza y el ceño fruncido antes de ofrecerles nada.Es cagado ver como esa señora gorda del copete de tubo se duerme misteriosamente inmediatamente después de haberte visto. -Los que trabajan en el metro, son como las pirujas, con sus respectivos proxenetas que hacen fluir el negocio.Todo el mundo teme a los padrotes, pero las putas tambie3nson bien pinches soplonas. Por lo menos las tienen bien cuidadas, resulta que la compra de seguridad se paga con honor. en el metro, el negocio no son los chicles, ni los discos, ni los llaveros, ni el ciego que tortea a las chavas buenotas, ni en los músicos frustrados. el negocio está en ofrecer seguridad. Me pagas y te protejo, no me pagas y te jodes, y cuidado que alguien se quiera pasar de listo (como yo) son como los antivirus, ni modo, de algún modo había que sacar para el mezcal de la peda de las ocho, ¿no?
Vender chicles en el metro, es casi como intentar venderle droga a la policía: peligroso y poco redituable.

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